Un fin de semana fabuloso en el Triángulo de Oro de la Costa Brava
Son las 9 de la mañana y me despierta la alarma del móvil. Medio abro los ojos y confirmo que hoy también hace sol. Los primeros rayos ya entran por la ventana de la habitación. Me doy prisa a abrir la ventana y respiro profundamente intentando captar al máximo la esencia de agua salada y pinos. No sólo estoy en la Costa Brava, sino que me encuentro en uno de los lugares más selectos del país: ¡el Triángulo de Oro de la Costa Brava!
Después de un buen desayuno en el hotel, nos ponemos calzamos las botas y saltamos al camino de ronda que va de Calella a Llafranc. Nada como estirar las piernas por la mañana ahora que el sol todavía no aprieta.
El fin de semana comenzó aún mejor la noche anterior, con una cena en el Hotel - Restaurante El Far (el faro de San Sebastián). Un carpaccio de buey con foie y vinagreta de frutos secos delicioso. Aquella cena sólo podría mejorarse de una forma: quedándonos a dormir en el hotel y despertando al día siguiente con una de las mejores salidas del sol de este país. Pero esto tendrá que ser en otra ocasión.
Antigua hospedería del s. XVIII situada al lado de una ermita y de una torre de guardia, en uno de los promontorios más elevados del Mediterráneo. Dispone de patio central que separa el hotel de la ermita, de terrazas espectaculares y de restaurante. Disfruta a la vez de espectaculares vistas al mar y a las playas de Tamariu, Llafranc y Calella de Palafrugell. Es un incomparable balcon de la Costa Brava y del Empordà.
Llegamos a Llafranc en unos escasos veinte minutos por un camino sencillo y muy agradable (eso sí, con algunas escaleras). Allí desayunamos a pie de playa y nos sentamos en la arena para hacer algo que nos encanta: ver la vida pasar. Después, compramos billetes para una excursión en barco por las calas de Llafranc y Tamariu con visita incluida a algunas de sus misteriosas grutas.
Hora de comer y momento de volver a Calella por el camino de ronda. Tomamos un bocado en uno de sus restaurantes de pescado fresco. Calella es un pueblo típicamente mediterráneo y lleno de encanto. Uno de los pueblos más bonitos de Cataluña, en mi opinión. Comemos a pie de playa de Port Pelegrí. Tienen rodaballo como pescado del día y la boca se nos hace agua.
Después de una siesta necesaria en la arena a orillas del mar, cogemos el coche hacia Pals. Encontramos muy buen ambiente y es un placer pasear por sus callejuelas adoquinadas, entrando y saliendo de las tiendas que vamos descubriendo por el camino.
Cenamos en Es Portal Hotel Gastronòmic, a las afueras de Pals. Hemos oído muy buenas recomendaciones y el menú degustación nos deja muy buen sabor de boca. ¡Un 10! Es Portal forma parte del colectivo gastronómico ampurdanés de la “Cuina de l'Empordanet”. Destaco la calidad del producto (de Km. 0), la preparación y la presentación a un nivel excelente.
Hotel ubicado en una masía ampurdanesa del s.XVI en las afueras de Pals, un pueblecito medieval del Baix Empordà. Dispone de 9 habitaciones, 10.000 m2 de jardín, piscina exclusiva para los huéspedes del hotel, un restaurante gastronómico y una terraza de verano para disfrutar del fresco. Ofrece una cocina ampurdanesa con un sutil toque actual, de producto ‘poco viajado’ y con sabores y aromas de un paisaje de mar y montaña. Disfruta de experiencias inolvidables en el Es Portal Restaurant & Hotel Boutique.
Hemos terminado temprano y la noche es larga. Nos acercamos a Begur para hacer una copa. Las calles de Begur están llenas hasta los topes y tienen mucha personalidad. El Jardín de Can Marc es un lugar excelente para hacer una copa chillout con muy buenas vistas al castillo, iluminado de noche. Nosotros ya no subiremos, pero si pasas por Begur de día, no te lo pierdas
Al día siguiente el cielo nos regala otro día de sol. Cosas buenas de vivir en el Mediterráneo, ¿verdad?. Cogemos el coche y vamos a explorar las playas de Tamariu, Agua Xelida y Aiguablava. ¡Preciosas las tres! Hoy sopla un poco de viento pero estamos bien resguardados en la playa.
Se nota que estamos en el corazón de la Costa Brava; aquí cuesta más que nunca poner la toalla pero conseguimos hacernos un hueco y disfrutamos de las merecidas vistas. Agua de color azul turquesa y aquel paisaje tan mediterráneo y característico de la Costa Brava. ¡Fabuloso!
Desde Aiguablava decidimos hacer un tramo a pie por el camino de ronda para seguir viendo paisaje caminando entre pinos. Llegamos hasta Playa Fonda y volvemos atrás (una hora en total). Playa Fonda es una cala de piedras y de bastante profundidad. Para llegar hay que bajar un montón de escalones pero merece la pena.
Reservamos mesa en el restaurante del Hotel Aigua Blava donde podemos comer un menú de mediodía delicioso con primerísimas vistas al mar. Además, el hotel está a pie de camino de ronda y así no hay que desviarse mucho. Es uno de esos lugares con clientes de toda la vida, venidos de todas partes y que conocen a los camareros por su nombre
Con las fuerzas recuperadas, cogemos el coche para visitar Sa Tuna, un pequeño paraíso y sin duda uno de los rincones más bonitos de la Costa Brava. Es un pueblo de pescadores precioso con casitas blancas a pie de playa. Y precisamente en la orilla de la playa está el Hostal Sa Tuna, y nos lo apuntamos para la próxima escapada a la Costa Brava. De momento, nos sentamos en la terraza de su restaurante para hacer unos segundos postres y un café.
Es el único Hotel en cala Sa Tuna, rincón mimado por la naturaleza en el corazón de la Costa Brava. Disponemos de 5 habitaciones dobles desde donde desayunar en su terraza, contemplando las espectaculares vistas, será puro placer para sus sentidos. Asistir a la salida del sol desde la habitación hará que el día se convierta en un cúmulo de sensaciones relajantes.
En el restaurante encontrará cocina mediterránea, gran variedad de tapas y la mejor paella con ingredientes de nuestro mar y nuestra tierra, con gran variedad de pescado y marisco llegado a diario del mercado más cercano.
¡No dejen de probar nuestros arroces!
Déjese llevar por el placer de degustar nuestros platos a las orillas de la cala Sa Tuna.
No queremos que se acabe el día. Lo alargamos haciendo una visita rápida a Aiguafreda, otra cala de colores turquesa y paisaje de postal.
El Triángulo de Oro de la Costa Brava es la línea imaginaria que une tres puntos en el mapa de la Costa Brava: Pals, Sa Tuna y Calella. Los tres y (sobre todo) todo lo que queda en medio es el paisaje más típico y conocido de la Costa Brava: acantilados llenos de vegetación que caen dentro de un mar azul, formando calas y calitas preciosas por toda la zona.
El sol cae y es hora de ir volviendo a casa. Ha sido un fin de semana fabuloso, en el que sin duda nosotros ¡hemos encontrado oro!
Créditos de las fotos: ale (aiguablava, portada), frodeturer (Llafranc), Jordi Marsol (cala foradada), Miquel Fabre (Calella), oscar & alexandra (Aiguablava), hans porochelt (Begur), eLjeProks (Sa Tuna).
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